Pequeñas Mentiras y una reflexión sobre la ego-amistad

Acabo de ver la que considero, a mi juicio, la mejor película del año hasta el momento (y de 2010 si me apuráis), Les petits mouchoirs o Pequeñas mentiras sin importancia.

En este filme, un grupo de amigos decide volver a pasar sus vacaciones en el lugar de siempre a pesar de que uno de ellos ha tenido un accidente. Este hecho desenmascara las relaciones entre los diferentes miembros de la pandilla y pone sobre la mesa los secretos que han ocultado durante mucho tiempo. Una comedia agridulce única con la que hace mucho tiempo que no me río tanto.
La historia es cercana, de una manera o de otra nos podemos identificar con la esencia del argumento. Los personajes son tan reales, tan creíbles que te provocan justificarles, te identificas con ellos, les apoyas. La localización, las Landas, la banda sonora, clásicos y temas actuales, todo muy cuidado a cargo de Guillaume Canet, uno de los directores franceses con mayor proyección. Finalmente decir que los actores y actrices lo bordan y merece una mención especial la estupenda Marion Cotillard que una vez más me deja clavado en la butaca (por cierto, como siempre, mejor en V.O.).

No quiero destripar el argumento pero sí reflexionar sobre el tema principal de la película, ¿somos generosos en nuestra amistad o nos quedamos sólo con los momentos divertidos y en el resto miramos para otro lado? ¿Hasta qué punto tenemos presentes a nuestros amigos? Una íntima amiga siempre pronuncia la misma sentencia: «estamos solos y morimos solos». Una frase que siento como una bofetada porque me niego a aceptarla, ¿el egoísmo puede superar a nuestros sentimientos? Con los años estoy empezando a asumirlo, creo que es bastante cierto. Aun así no quiero sentirlo como una derrota sino aceptarlo y tratar de luchar por lo auténtico. Si la amistad es generosa es que merece la pena, y si te compensa, peléala, cuídala porque es genuina.

Los comentarios están desactivados